El amor no solo se sobrepone a la muerte y la distancia –también lo hace a la traición, el resentimiento, el odio y los prejuicios. Los personajes de estos relatos, profundamente humanos, con frecuencia viven al borde de un precipicio y tras estrepitosas caídas logran sobreponerse y encontrar el rumbo para empezar de nuevo, prestos a enfrentar los contradictorios azares de la vida. Algo imperceptible,que todo perdona, cobra más fuerza que las pasiones humanas. Nadie puede juzgar a nadie y cada quien afronta el mundo solo, en su búsqueda y errores. Una sabiduría impasible penetra la prosa de Tókareva que consuela y motiva a escudriñar los enigmas del destino. Los finales inconclusos y ausencia absoluta de un tono aleccionador dejan mucho en qué pensar, y el lenguaje sencillo matizado por una delicada ironía y sutil humor muestran la continuidad de la tradición “chejoviana” en la literatura rusa.