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(Texto en español)
El duelo con la vida
Pueden ser sesenta las reinas, ochenta las concubinas e innumerables las vírgenes, pero una sola es mi palomita preciosa, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida. / Las mujeres la ven y la bendicen; las reinas y las concubinas la alaban. / ¿Quién es esta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna,radiante como el sol,majestuosa como las estrellas del cielo! / Vuelve, Sulamita, vuelve; vuélvete a nosotros, ¡queremos contemplarte!
Cantar de los Cantares
El 30 de enero de 1904, Nikolái II anunció en el manifiesto el comienzo de la guerra ruso-japonesa. Durante varios días reinó en la capital la exaltación patriótica. Los jóvenes iban a venían enarbolando banderas, los viejos andaban con pendones y todo el mundo gritaba ¡Urra! A través de la multitud, Aleksandr Kuprín a duras penas se abrió camino hacia la casa donde vivía Mamin-Sibiriak. Le abrió la puerta una joven que vestía el uniforme de enfermera. Tenía el pelo oscuro, una cara pálida y grandes ojos grises. Le comunicó que Dmitri Narkísovich se sentía muy mal, que se había caído y dislocado un brazo, y para colmo de desdichas, había sufrido un ataque cardíaco anoche. “Ohhh –se quejaba Mamin-, no sé cómo sobrevivo; de no haber sido por Liza, ya estaría en los jardines del edén. -¿Cuál Liza? –¿Es que no la acabas de ver, a la hermana de la caridad? –¡Así que acaso es Lízochka, la hermana de tu señora, la finada Marusia! ¡Cómo ha crecido, cómo está de bella! –Ten cuidadito, no te vayas a enamorar de ella. –¡Qué va! ¡Pasó de largo, ni me determinó! –Pues imagínate, se va como voluntaria al Lejano Oriente.
Inesperadamente para sí mismo, Aleksandr Ivánovich pasó en su casa toda la tarde. Hace dos años se había casado, hace un año nació su hija Liuliusha, y ahora –qué disparate-, le conmovió hasta el fondo aquella Liza, Elizaveta Móritsovna Heinrich. Antes de despedirse, le pidió escribirle de allá, mientras él mismo se dedicó a continuar El duelo, dejado de tiempo atrás en un rincón lejano. Ahora, en su novela, apareció un tema nuevo, el de un amor no correspondido.
“No sabemos apreciar su delicado e inalcanzable encanto. ¿Entenderá usted cuán diversa felicidad y hechiceros sufrimientos se comportan en un amor no compartido y desesperado? ¡Solo piensen qué dicha es pasar toda la noche, de pie en la otra orilla de la calle, observando la ventana de la mujer admirada! Ahí se enciende la luz, detrás de la cortina se mueve la sombra, ¿no será ella? Se apaga la luz, duerme, mi amor, duerme tranquila. No sabe nada de ti, nunca sabrá nada, aunque estés cerca, siempre idolatrándola; siempre dispuesto a entregar tu vida por ella, la vida y el honor, y todo lo que se pueda entregar”.
Kuprín no entregó El duelo a la revista Mir Bozhi (El mundo de Dios) que publicaba su esposa. “A menudo tuve que escuchar –escribió-, las oscuras insinuaciones de mis compañeros, unas bromas, chismes lejanos, cuyo sentido era que me publicaban y elogiaban en esa revista por mi cercanía a ella”. Esta fue una de las razones. La segunda fue que María Kárlovna pertenecía a una clase de esposas ávidas de poder, que a pesar de todo quieren convertir en un hombre hecho y derecho a su media naranja. Lo dejó desangrado con esta novela. Lo instaba sin cesar, lo regañaba, no le dejaba volver a casa sin haber entregado antes las nuevas páginas del manuscrito; hasta le dio una paliza cuando estaba borrachito una vez, y solo entonces encontró una nota sobre la mesa: “Todo ha terminado entre nosotros, no volveremos a vernos. A.K.”.
En el invierno de 1905. Kuprin y Mamin se encontraron en Nevsky Prospekt. -Lo supe, lo supe, Aleksandr Ivánovich, escribió usted una obra magnífica, lo felicito. –Se lo agradezco. Sabe, desde hace tiempo quería preguntar, ¿qué pasa con Lisa, dónde está, cómo está ella? –Un desastre, imagínese, al principio hubo un camino muy difícil: el tren se accidentó en el túnel de Irkutsk, las primeras víctimas, luego el hospital de campaña, Lízochka se comportó con firmeza, recibió varias medallas, pero después sucedió lo más desagradable. -¿Qué era? ¿Está herida? ¿Cayó presa? -No, ocurrió una tragedia personal. Se enamoró de un médico joven. Se comprometieron. Ya sabe que es pura y bondadosa. De repente, ante sus ojos, su prometido golpeó a un soldado inocente, y con regusto, con mucho placer; ella quedó tan conmocionada que estuvo a punto de suicidarse. Ahora vive con nosotros. -Regálele El duelo cuando lo termine.
En el otoño, Dmitri Narkísovich visitó a Aleksandr Ivánovich en Balaklava y quedó muy sorprendido al saber que este iba a retomar una trama bíblica, el Cantar de los Cantares. -¿Es que quiere usted escribir mejor que Salomón? -Preveía su insidiosa pregunta, como sea, se la respondo. Desde luego, no tocaré la fuente original, pero quiero proyectar la imagen de un rey sabio y poeta, quien prefirió una chica pobre y humilde de la viña a todas las mujeres, de las más bellas e inteligentes, ¿qué le parece? -¿Qué puedo decir? Diré que las tramas exóticas nunca me han conmovido y no comparto estos temas.
Como azucena entre las espinas es mi amada entre las mujeres. / Cual manzano entre los árboles del bosque es mi amado entre los hombres. / Me encanta sentarme a su sombra; dulce a mi paladar es su fruto. / ¡Fortalézcanme con pasas, susténtenme con manzanas, porque desfallezco de amor! /¡Ojalá pudiera mi cabezareposar sobre su izquierda! /¡Ojalá su derecha me abrazara! / Me llevó a la sala del banquete, y sobre mí enarboló su bandera de amor. / Yo les ruego, mujeres de Jerusalén,por las gacelas y cervatillas del bosque, que no desvelen ni molesten a mi amada hasta que ella quiera despertar.
Cantar de los Cantares
Desde que se escribió la mejor canción del mundo para las bodas del rey, es decir, hace casi tres mil años, la gente se pregunta junto al coro: ¿Quién es esta, admirable como la aurora? ¡Es bella como la luna, radiante como el sol, majestuosa como las estrellas del cielo! / Vuelve, Sulamita, vuelve; vuélvete a nosotros, ¡queremos contemplarte! No sabemos su nombre. Sulamita, una joven de Sulem.
Se desconoce si ama al rey. Lo más probable es que la amada sea una simple pastora y no vaya al harén, que comparten 700 esposas y 300 concubinas. Quédate con estas mil, Salomón, y yo me quedo con mi viña. Y no está del todo claro qué tipo de cumplidos están destinados a ella. Así se alaba un fortín o una poderosa fortaleza.
Tu cuello parece torre de marfil. / De ella penden mil escudos, escudos de guerreros todos ellos. / Tus ojos son los manantiales de Hesbón, junto a la entrada de Bat Rabín. / Tu nariz se asemeja a la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.
El 11 de noviembre, Aleksandr Ivánovich escuchó los cañonazos y partió inmediatamente hacia Sebastopol, donde 3 días después, por la noche, frente a sus ojos, los cañones de la fortaleza prendieron fuego al rebelde crucero Ochákov. “Había visto hechos terribles, espantosos, repugnantes, pero nunca olvidaré esta agua negra, la enorme edificación en llamas, esta última palabra de tecnología, condenada a muerte junto con cientos de vidas humanas”. Varios marineros del Ochákov llegaron milagrosamente a Balaklava. Kuprín movió cielo y tierra para conseguirles ropa de civil y luego los ayudó a despistar la persecución, después de lo cual ni él mismo ya pudo quedarse en Crimea.
En San Petersburgo, durante algún tiempo, gozó de la creciente gloria de El duelo, y luego viajó a la finca de su amigo, el editor Fiódor Dmítrievich Bátiushkov. Se llevó a su madre, esposa (de vez en cuando hacía las paces con ella) y a su hija, cuyo cuidado se le encomendó a Elizaveta Heinrich. Durante dos meses Kuprín se resistió a las ganas de confesar su amor, y luego no pudo soportarlo más y se lo contó todo. “Me di cuenta de que la amo más que a nada en el mundo, más que a mí mismo, mi familia, mis libros, me di cuenta de que no puedo vivir sin usted, escúcheme. -¿Cómo puede ser, qué va a ser de María Kárlovna, Liuliusha? ¿Cómo puede siquiera pensar en dejarlas?”. Retiró su mano, se fue corriendo y por la mañana, sin decir una palabra a nadie, se fue. Kuprín se dio a la bebida. Escandalizó a todo San Petersburgo, pasó por todos los restaurantes, tascas y tabernas, como si estuviera tratando de encontrar a Lisa allí también. Nadie sabía nada de ella, había desaparecido.
Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. / Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. / Como llama divina es el fuego ardiente del amor. / Ni las muchas aguas pueden apagarlo,ni los ríos pueden extinguirlo. / Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, solo conseguiría el desprecio.
Cantar de los Cantares
Este es el epígrafe de la historia, que Kuprín decidió sin lugar a dudas llamar Sulamita. Se identificaba con las sabias palabras bíblicas, pero el trabajo aún no avanzaba. “Estoy escribiendo un poema histórico o una leyenda. No lo sé, no sé qué va a salir de todo eso, pero planeo mostrar mucha pasión arrolladora, cuerpos desnudos y otras cosas. Lamentablemente, Aleksandr Ivánovich pudo interpretar la gran creación solo desde el punto de vista de la pasión sublime, pero débil. Y la Biblia habla de la relación secreta del alma con el esposo celestial, el hombre con Dios y Dios con su pueblo, de su amor, al que podemos acercarnos poseídos por la belleza de nuestros mejores sentimientos, por ese amor verdadero, el de Dios, el don divino, que realmente es tan fuerte como la muerte y conduce a la eternidad.
Esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Esto lo hizo para santificarla, purificándola con el baño del agua acompañado de la palabra para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa y perfecta. De la misma manera deben los esposos amar a sus esposas como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Porque nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida, como Cristo hace con la iglesia, porque ella es su cuerpo. Y nosotros somos miembros de ese cuerpo. «Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.» Aquí se muestra cuán grande es el designio secreto de Dios. Y yo lo refiero a Cristo y a la iglesia. En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete al esposo.
Epístola a los efesios del apóstol Pablo
A principios de 1907, Bátiushkov encontró a Kuprín en uno de estos establecimientos. Instigado por un estruendoso aplauso, Aleksandr Ivánovich estaba bailando sobre una mesa al compás de una sencilla melodía. Y de repente gritó: ¡Fedia, mi único amigo! Fiódor Dmítrievich lo ayudó a bajarse de la mesa le contó de paso que había encontrado a Liza, que ella trabajaba en un hospital, en el departamento de enfermedades infecciosas. “Intenté explicarle que tu ruptura con María Kárlovna es definitiva, que te estás muriendo y solo ella puede salvarte, está de acuerdo, pero su firme condición es que dejes de beber inmediatamente y te hagas un tratamiento”.
El 19 de marzo, Kuprín y Elizaveta Móritsovna partieron hacia Finlandia. El 31 se divorció oficialmente de María Kárlovna, y en mayo la nueva pareja ya estaba en Crimea. El sacerdote de la aldea recordaba que Bátiushkov había traído una Biblia vieja, Kuprín comenzó a leerla, se dejó atrapar por la imagen del zar y se puso a trabajar en su figura apasionadamente: necesitaba aprender todo sobre él, la historia, las leyendas y los apócrifos, incluso las investigaciones modernas. Recrear el Cantar de los Cantares a su manera, transmitir el sentido de lo que se interpreta alegóricamente se había convertido para él en una necesidad espiritual.
De todas sus obras, Kuprín se encariñó más con Sulamita, porque él mismo se sentía como Salomón. En esta obra el zar es un personaje de cuentos de hadas, noble, legendario, el sucesor de David, el monarca más inteligente y rico de la historia del mundo, fundador de la escuela de los sabios, autor de tres mil parábolas y miles de canciones, constructor del templo. Sin embargo, al final de su reinado, llevó al país al punto de que se desintegró inmediatamente después de su muerte. El tiempo del Cantar de los Cantares, fue el comienzo de su caída. Complaciendo a las esposas paganas que corrompían su corazón, construyó el templo de Moloch en el monte cerca de Jerusalén, donde los israelitas derramaban sangre inocente, la de sus hijos e hijas, a quienes sacrificaban a los demonios. La vida espiritual se detuvo. Los israelitas, dice la Biblia, tan numerosos como la arena junto al mar, comían y bebían y se regocijaban. La suntuosidad arruinó al sabio: anualmente Salomón recibía el oro que pesaba 666 talentos. Y se olvidó de la revelación que él mismo había recibido del Señor.
Jehová sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Eufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová. Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel.
Habían transcurrido 10 años. Llegó el año 1917, Kuprín recibió con gran alegría la noticia sobre la Revolución de Febrero e inspirado, escribió un relato, “La estrella de Salomon”, en el que intentó explicar de forma simple y clara lo que le estaba ocurriendo. Un pequeño funcionario, con los detalles de la biografía del propio Aleksandr Ivánovich, quien también cantó en el coro de la parroquia, se encuentra en la posición de Fausto y Eclesiastés. Un hábil agente de negocios, Mefodio Isáeich Toffel, Mefistófeles, arregla los asuntos de modo tal que se cumplan todos los deseos de su tutelado, y muy pronto el joven, buena gente en comparación con los personajes que lo rodean, comienza a sufrir un vacío espantoso debido a sus habilidades sobrenaturales de causar dolor a otras personas. Pero por mucho que se atormentara y tratara de deshacerse del regalo del diablo, nunca se acuerda de Dios. Lee los pensamientos de los demás y ve que detrás de las apariencias se esconde la sed de dinero, mujeres, poder, gloria, y él que tanto ha soñado con ascender en la jerarquía administrativa.
“La estrella de Salomón” es una conmovedora y amarga autobiografía de Kuprín. Tanto Mamin como Bátiushkov decían que había una especie de grieta en su personalidad, algo de vieja data, angustioso, acumulado por las diversas vicisitudes de la vida. Aunaba en su alma la pureza espiritual y la filantropía, que coexistían con una completa falta de voluntad. Por eso bebía con tanta frecuencia y al final se convirtió en un anciano miserable, indefenso, completamente enfermo que no reconocía a nadie y apenas era reconocido por sus amistades, quienes, al reconocerlo, quedaban muy sorprendidos por el cambio. Su muerte fue dura, pero notable a su manera: Elizaveta Móritsovna y María Kárlovna estaban sentadas junto a él. Se habían reconciliado y, ante la suplicante petición de Aleksandr Ivánovich, leyeron el Padrenuestro y Avemaría encima del lecho de moribundo.
Como azucena entre las espinas es mi amada entre las mujeres. / Toda tú eres bella, amada mía; no hay en ti defecto alguno. / Cautivaste mi corazón, hermana y novia mía, con una mirada de tus ojos; / Una sola es mi palomita preciosa, la hija consentida de su madre, la favorita de quien le dio la vida. / Las mujeres la ven y la bendicen; las reinas y las concubinas la alaban. /¿Quién es esta, admirable como la aurora? / ¡Es bella como la luna,radiante como el sol,majestuosa como las estrellas del cielo! / Una muralla soy yo, y mis pechos, sus dos torres. / Por eso a los ojos de mi amadosoy como quien ha hallado la paz.
Cantar de los Cantares
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